Sobre Mí
Con mi madre cantante, mi padre trompetista de la Banda de Regimiento Patricios y mi abuelo materno violinista, autor y compositor de tango, la música tuvo lugar en mi vida naturalmente.
Desde niño, cantar era algo que disfrutaba mucho. Una arcada y un piso de parqué de mi casa de la infancia hacían de embocadura y escenario perfectos para hacer alguna mini función para mí solo o para algunos amigos.
Me crié escuchando a Xuxa, Los Muppets, Johnny Tolengo, Carlitos Balá, y tantos otros. Pero mis gustos también estaban influenciados por lo que escuchaba mi madre, así que algo de Sandro o Raphael podían salir de mi boca espontáneamente.
Pero alrededor de mis siete años llega algo muy especial a mi vida. Un VHS de la película española “Las cosas del querer”. Su música, su vestuario, el baile y el escenario me deslumbraron a primera vista. Mi madre la compró para gusto de ella pero terminó siendo una semilla de oro sembrada en mi vida musical.
En Febrero de 2007 me presento en las audiciones que la dupla Cibrián-Mahler realizaban en la TV Pública. A pesar de que en aquel momento sólo sabía cantar, mis ganas de ser elegido me animaron a tirar por el barranco los miedos que me alejaban de bailar y actuar. Hacerlo dió sus frutos porque: luego de tres largos meses de pruebas quedo elegido de entre miles de personas para formar parte del elenco de “El Jorobado de París”. En muchos sentidos, esto fue un antes y un después.
Al finalizar El Jorobado, me sumergí en lo que terminaron siendo cinco años de entrenamiento intensivo en canto, danza y actuación. Pero lo más importante para mí es haberme encontrado con una valiosa transformación que no hubiese sido posible de otra manera.
Un beneficio que encuentro en mi labor es ayudar a los demás a evocar y disfrutar de sus recuerdos más felices, de su infancia, de su madre o abuela cantando alguna canción que incluyo en mis actua-ciones. Teniendo en cuenta que hoy somos quienes somos gracias al pasado puedo comprender las caras felices del público. Ese recordar es una recarga de energía.
Y sí, también hay recuerdos amargos. En este caso, siento que ayudo a quienes me escuchan a darle voz a aquellas emociones que quedaron sin expresarse. Algo muy poderoso porque cuando no se sabe poner en palabras un conflicto se puede dificultar el superarlo. Además, es saberse que no se está solo en alguna situación porque alguien más ya lo pasó y lo está contando.
Mi motivación para permanecer en la música, más allá de que es algo que amo, es saber que aporto mi granito de arena en mantener vivos los géneros que canto. Sobre todo la copla española, que pese a su belleza ha corrido menos suerte y popularidad que el flamenco. Es mi propósito continuar lanzando semillas al viento y deseando que al menos algunas caigan en tierra fértil para que los jóvenes se enamoren de la copla como me enamoré a mis siete años.